Durante catorce años Aníbal realizó varios movimientos para fortalecer su posición en el sur de Italia sin atacar nunca Roma, pues esperaba refuerzos de su hermano en Hispania y de Cartago. Sin embargo Asdrúbal fue derrotado y muerto. Cuando se dirigía en su ayuda, y Aníbal no consiguió el apoyo de los pueblos itálicos que estaban sometidos a Roma. Tampoco recibió ayuda desde África. Este estado de cosas fue aprovechado por los romanos para contraatacar.
El general romano Publio Cornelio Escipión, llamado el Africano, expulsó a los cartaginenses de la península ibérica, y desembarcó en África, cerca de Cartago. Aníbal regresó apresuradamente a su país, pero fue vencido en la batalla de Zama. Cartago se vio obligada a firmar la paz y a darle muchas concesiones a Roma, y su poder en el norte de África y en el Mediterráneo occidental fue estrictamente controlado.
Empezó para Aníbal un periodo de actividades políticas. Fue elegido sufeta o jefe del consejo cartaginés y realizó un gran esfuerzo para organizar las finanzas, de forma que pudieran pagar el tributo impuesto por los romano sin dañar mucho la economía del país. Intentó también buscar aliados en Oriente contra el poder de Roma, pero no tuvo éxito. Los romanos exigieron entonces la entrega de Aníbal, quien se refugió en la corte de rey Antíoco III de Siria.
Aníbal huyó entonces a Bitinia, donde ayudó al rey Prusias a conservar su trono, que estaba siendo amenazado por una guerra civil. Sin embargo, la influencia de Roma en las regiones del Mediterráneo oriental crecía aceleradamente, y pronto se le exigió a Prusias la entrega del fugitivo. Al serle imposible encontrar refugios seguros, Aníbal Barca se suicidó en el año 183 antes de Cristo.
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